miércoles, 28 de abril de 2010

EL ASTRÓLOGO TRATA SOBRE LA ENSEÑANZA - en you tube -

CAPÍTULO IV


EL ASTRÓLOGO TRATA SOBRE LA ENSEÑANZA


Júpiter como regente abstracto de la novena casa, es el símbolo astrológico del maestro. Como quiera que la consideración de temas abstractos es auxiliada por la meditación sobre un símbolo trazado, o “exteriorización”, se sugiere que se utilicen cuatro diseños astrológicos en la continuación de este material.
El primero será una rueda con las casas numeradas; el símbolo de sagitario en la novena cúspide, el símbolo de Júpiter en la novena casa. En la consideración de este diseño encontramos que nuestro punto de concentración está en el hemisferio superior del horóscopo, o digamos, en la parte de la conciencia anímica del patrón de vida. Es la expresión trascendente de su polaridad inferior, la tercera casa. Nosotros podemos hablar de la novena casa y quedarnos perplejos para siempre si no nos “arraigamos” en la
consideración de la tercera casa que está regida abstractamente por Mercurio a través del
signo de Géminis.
Ahora le añadimos a nuestro diseño original el signo de Géminis en la tercera cúspide y colocamos el símbolo de Mercurio en la tercera casa. Ya hemos establecido un “diseño de polaridad” por el cual un punto en la mitad inferior de la rueda es dirigido a la mitad superior. Este diseño significa un “sendero de evolución” por el cual un aspecto de la “conciencia separativa” evoluciona hacia un aspecto de conciencia “impersonal” o conciencia “anímica”.
La primera casa es “Yo Soy” - el reconocimiento de la conciencia individual, del Ser -. La segunda casa es “Yo tengo” - una identificación emocional con la vida por la conciencia de “apego a través de la posesión” -. La tercera casa es la “percepción de la Vida” a través del ejercicio de la facultad no emocional del intelecto. Marte y Venus, como regentes abstractos de la primera y segunda casas son “expresiones emocionales”; Mercurio, como regente abstracto de la tercera es aún en los niveles primitivos, la primera percepción de conciencia impersonal no emocional.
Mercurio por lo tanto es nuestra capacidad para la “identificación no emocional”.
Por medio de su ejercicio nosotros le damos nombre a las cosas, ya sean concretas o abstractas. También identificamos las cosas en términos de medida, cualidad y función.
Mercurio no es un medio por el cual nosotros nos identificamos con la Vida; él es el medio por el cual nosotros relacionamos las objetivaciones de la Vida con nosotros mismos para nuestras utilizaciones y comunicaciones.
Visto desde este punto de vista. Mercurio (como regente de la tercera casa del primer cuadrante o “cuadrante de cosecha” de la rueda) es el símbolo de toda instrucción.
Es la facultad por medio de la cual los hechos son transmitidos de la mentalidad de una persona a la mentalidad de otra. El es correspondientemente, la facultad por la cual los
hechos son comprendidos por la mentalidad que recibe la instrucción o información.
Mercurio es lenguaje, expresado concretamente por la palabra hablada, el gesto o la imagen; abstractamente, por la palabra escrita. Es el símbolo de la relación universal de la gente entre sí en concepto de concordancia mental. Es el símbolo de todo estudiante y como tal, simboliza esotéricamente la esencia de todas las relaciones fraternales. (Todos nosotros somos, prescindiendo de relaciones exteriores, paralelos entre sí - fraternalmente porque todos somos estudiantes de la experiencia de la vida).
La consideración adicional de este diseño demostrará que toda enseñanza tiene sus raíces en la facultad de aprender y que el desarrollo de la destreza como maestro depende del mantener activa esta facultad. Las corrientes de polaridad (en la conciencia) entre los hemisferios inferior y superior deben mantenerse estimuladas para que puedan florecer las capacidades de la mitad superior. Nosotros nunca estamos separados de ninguna parte de nuestro horóscopo; aun cuando pasemos veinte horas cada día en la profesión de la enseñanza, las corrientes de “ingreso” no deben dejarse agotar ni descuidarse. El aprender es una ignición de conciencia de hechos e identificaciones; puede compararse a una inhalación respiratoria. Cualquiera que esté verdadera y fuertemente motivado para enseñar, mantendrá viva esta “facultad de la tercera casa”. En otras palabras él no desperdiciará ninguna oportunidad para aprender más. Detener el “ingreso” es asegurar un paro eventual de cristalización de la habilidad de enseñar. (He aquí una lección de sinceridad y humildad: Maestros, tomen esto en cuenta).
Si Mercurio es el símbolo del “ingreso mental” entonces Júpiter - vital, radiante y dinámico - es la abstracción de la “exhalación”: la transmisión de conocimiento o ignición de conciencia intelectual ampliada y enriquecida por la madurez de la comprensión espiritual. El conocimiento de los hechos más la conciencia de los principios. Con respecto a esto debemos añadir otro factor a nuestro diseño: el signo de Virgo en la cúspide de la sexta casa, creando una cruz en T, dos extremos de la cual están en el hemisferio inferior regido por Mercurio.
Aquí el símbolo abstracto de los “condiscípulos” está expresado en una forma ampliada para representar la “fraternidad de los trabajadores”. El trabajo considerado espiritualmente es, más que labor física - es el servicio que cada persona puede rendir como contribución al mejoramiento de la Vida para todos -.
Virgo, como signo de tierra, tiene una connotación claramente práctica: “Yo trabajo para ganar dinero y sostener mi vida física y la de aquellos a quienes amo”. Mientras la actitud hacia el servicio de la enseñanza sea “Yo aprendo algo para enseñarlo y ganar dinero”, el aspecto de cuadratura de Géminis-Virgo amenaza el desenvolvimiento de las capacidades del maestro porque lo mantiene identificado en la conciencia con la percepción “friccional” de “consideraciones prácticas”. La redención de este patrón de cuadratura se encuentra en el hecho de que la sexta casa es la última casa del hemisferio inferior y es la “modulación” hacia el hemisferio superior de regeneración emocional y conciencia espiritual. La sexta sigue a la quinta casa que es la del poder del Amor; cuando la conciencia de la “labor de hacer dinero” es cargada con la creación del Amor y expresada como servicio para el mejoramiento de la Vida, se toma en expresiones de redención. Por medio de las experiencias de servicio amoroso nosotros adquirimos comprensión de nuestro tema que en comparación hace del mero estudio de los libros una cáscara sin vida.
Esta comprensión es lo que el verdadero maestro irradia a sus discípulos.
Ahora completamos este diseño añadiendo el símbolo de Piscis a la cúspide de la duodécima casa y colocando el símbolo de Neptuno ahí: la cruz de los signos comunes. Por medio del primer brazo - Géminis - Mercurio simboliza al alumno”; su “exhalación” es Júpiter como abstracción de la novena. Mercurio, a través de Virgo es el “alumno de experiencia del Servicio”; su “exhalación” es Neptuno como la abstracción de la duodécima casa. Diremos más de esto inmediatamente.
Para considerar el tema más concretamente, observemos algunos de los problemas que tarde o temprano son encarados por aquellos que experimentan el impulso de enseñar.
Puesto que la enseñanza es en primer lugar una expresión dinámica de sabiduría, el motivo debe ser de iluminación. Cualquiera que responda al impulso de iluminar debe aceptar el reto de esos patrones de conciencia que representan la ignorancia: cristalización mental, formalismo inflexible de opinión y actitud, prejuicio, la clase de ignorancia que forma una base de indiferencia hacia las necesidades impersonales o espirituales de los estudiantes. Este patrón de experiencia sirve como un reto a la integridad y el valor del maestro.
El impulso de realizar un servicio impersonal debe ser probado tarde o temprano por la propia conciencia de los factores económicos de la persona. Esta prueba es uno de los puntos más significativos en la evolución de cualquiera que tenga aspiración espiritual en cualquier patrón de trabajo. Considerando nuevamente el diseño con los signos comunes vemos que los aspectos de oposición están arraigados por Mercurio a través de Géminis y Virgo. Mercurio irredimido, en su alianza con el primer sector de la rueda, es “lo práctico”, “la conveniencia”, “la exactitud literal” y “la evaluación superficial”. Estas palabras-clave atañen a niveles de conciencia que aún no han alcanzado lo impersonal. Las personas que están movidas hacia la profesión de la enseñanza y que permanecen en esta expresión de Mercurio son aquellas cuya actitud básica es de interés propio. “¿Cuál empleo paga más?”, “¿cuál empleo abre el camino para el mayor prestigio académico?”, “retiro más temprano”, la “pensión más grande”, “los alrededores más placenteros”, etc. Estas consideraciones son sostenidas por todos durante un tiempo en su progreso evolutivo; pero el punto señalado aquí es que eventualmente la actitud hacia el trabajo debe ser regenerada en Servicio Amoroso. Hasta tanto se tome ese paso, la función de la enseñanza no podrá ser cumplida verdaderamente. Lo antes mencionado puede traducirse astrológicamente de esta manera: hasta que el interés propio sea trascendido, el ciclo que comienza con Mercurio-Géminis no puede encontrar su cumplimiento espiritual en Neptuno-Piscis, a través de Júpiter-Sagitario.
Puesto que Júpiter, como símbolo del maestro, se encuentra en el hemisferio superior de la rueda, las pruebas del maestro verdaderamente motivado son mucho más “internas” que “externas”. Sus problemas más significativos son problemas del alma.
Algunas de estas pruebas surgen de la necesidad de regenerar lo que podrían llamarse cualidades de un Júpiter negativo, tales como: Orgullo intelectual, por el cual el maestro se fija en niveles egotistas debido al sentimiento de superioridad sobre aquellos a quienes enseña. Esta tendencia puede remediarse por un “cambio en la conciencia” mediante el cual el maestro intensifique su percepción de que él no es ni podrá ser nunca un repositorio para todo el conocimiento de su tema particular; sino que es en realidad un hermano mayor para aquellos a quienes enseña - y cualquiera de ellos puede ser su superior innato en sabiduría esencial -. Él reconoce que es un precursor del desarrollo de sus discípulos y que él sirve como “punto de modulación” por el cual ellos se mueven de niveles de inocencia a niveles de percepción de su propia sabiduría. Él nunca debe olvidar que él ha atravesado en alguna época el mismo camino de instrucción y en concepto de su propio desarrollo personal debe ser aún un estudiante. En otras palabras, él debe mantener su actitud fluida y dinámica hacia su trabajo de enseñanza - expandiéndose, mejorando y ampliándose -. De ese modo él utiliza palabras-clave regeneradoras de Júpiter para evitar las cristalizaciones causadas por el orgullo.
El engrandecimiento propio a través del deseo de reconocimiento y elogio es una expresión de Júpiter como vanidad y codicia. En este nivel, el maestro busca continuamente sobresalir sobre sus colegas para compensar su envidia a ellos. Él desea la adulación de sus alumnos; él utiliza su trabajo para ganarse la buena opinión de la gente. El impulso de mejorar su destreza y ampliar su esfera está motivado básicamente por su deseo de que se le tenga en buen concepto. Este punto de vista “introspectivo” lleva las semillas de su propia desintegración puesto que resulta automáticamente en una experiencia que servirá para destrozar la motivación fija y limitadora.
El propósito de la enseñanza no es el engrandecimiento propio, sino la iluminación de la conciencia de otros. El maestro que tiene una actitud basada en su integridad como trabajador posee lo que puede llamarse una humildad sana - él respeta el trabajo que está haciendo; él cultiva su destreza de modo que el trabajo mejore; él agradece todas las sugerencias que se le den y está dispuesto a tomarlas en consideración -. Su actitud hacia sus colegas es de apreciación por su valor para el trabajo, no una actitud de competencia, ya que él reconoce que cada maestro tiene su propia contribución única que aportar. Él auxilia a cada uno cuando puede y está dispuesto a aprender de cada uno cuando puede. En otras palabras, él utiliza la palabra clave Jupiteriana de “mejoramiento” y mantiene sus motivaciones espiritualizadas y regeneradas.
La verdadera actitud del maestro hacia sus discípulos nunca es la de “ejercer poder Sobre ellos”. Es cierto que él lo tiene, ya que ellos son susceptibles a sus palabras y a su influencia; pero su motivación es ponerlos alerta a la percepción de sus propios poderes y habilidades y a las maneras y medios por los cuales ellos puedan expresar sus mejores potencialidades. Su actitud hacia sus discípulos, motivada por el amor, es de benevolencia; el progreso de ellos es su regocijo. Él aprecia la significación de la salida de sus discípulos de un nivel de entendimiento a uno más elevado. Su deseo es ayudar al crecimiento - nunca “mantener en sumisión”. Su “rendimiento” como maestro está respaldado por el aprecio amoroso de sus discípulos - como estudiantes y como personas - quienes a su vez, contribuirán al adelanto del trabajo que es el objeto de su devoción mutua - el altar en el cual él y ellos han encendido sus velas -.
El símbolo del sendero del maestro en sus expresiones más sutilmente espiritualizadas se encuentra en el cuarto cuadrante de la cruz común: Júpiter en la novena a Neptuno en la duodécima. Este es el patrón de experiencia del Hermano “Mayor - el iluminador de Almas, la irradiación de Sabiduría de las Filosofías y las Artes; universal en su esfera de poder redentor -. En este sector del desarrollo, el conocimiento intelectual ha sido abarcado y trascendido. El discípulo está interesado en los Principios de la Vida y sus aspiraciones - no sus deseos o ambiciones - son encendidos por el contacto con la Inteligencia iluminada y la conciencia espiritualizada del maestro.
Un diseño más: Aries en la primera cúspide. Leo en la quinta y Sagitario en la novena; Marte en la primera casa, el Sol en la quinta y Júpiter en la novena. Esta es la trinidad de los signos de fuego. Marte dice: “Yo Soy una expresión manifestada del Uno”.
El Sol dice: “Yo Soy el poder radiante del Amor”, Júpiter dice: “Yo Soy la irradiación de la sabiduría”.
Este diseño triangular exterioriza la conciencia dinámica; Júpiter como maestro simboliza aquí la paternidad espiritual: el padre que guía el desarrollo e ilumina la conciencia evolutiva de sus “hijos”, sus “hermanos y hermanas menores”. En términos humanos Júpiter aparece aquí simbolizando las responsabilidades espirituales de la paternidad - y la responsabilidad de todos los padres de proporcionar el pan espiritual así como también el físico a aquellos que han encarnado a través de ellos -.
El diseño demuestra, en niveles impersonales, la paternidad espiritual inherente de todos los maestros hacia sus discípulos, quienes en niveles mentales, son sus hijos. Los padres deben ser maestros; todos los verdaderos maestros traen a sus discípulos una irradiación de poder de Amor que contribuye a la más completa realización de su Servicio de Enseñanza.

del libro " Estudios de Astrología III ", de Elman Bacher


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